A Coruña, una ciudad en la que juegan todos

A Coruña, una ciudad en la que juegan todos

Hace cinco años, el día a día del pequeño Mario era muy distinto al de hoy. Daba igual lo estimulantes que fuesen los elementos de juego de los parques coruñeses, su sino siempre era el mismo: quedarse en una esquina, observando jugar a su hermano y a sus amigos. Siempre esperando. “Íbamos a los parques y, quitando algún columpio que sí era inclusivo, no tenías ninguno en el que Mario se pudiese divertir. Un día hicimos un vídeo en el que Mario salía por los distintos parques de la ciudad y tenía que esperar. Ahí empezó la pelea”, cuenta su padre, José Luis Fernández Gallego.

Ahora el pequeño, con parálisis cerebral, es uno más entre los niños que juegan en los parques de la ciudad, muchos de ellos, adaptados para personas con discapacidad. La barrera de Mario no era su silla de ruedas: era su entorno. “Ahora tenemos una ciudad con distintos parques inclusivos, que es un lujo. En otras ciudades no pasa. Estamos en contacto con otras familias con hijos con discapacidad y A Coruña es la envidia en ese sentido”, cuenta el padre de Mario.

Lo cierto es que así es, pero desde hace relativamente poco tiempo. Detrás del logro hay un cóctel de circunstancias en el que median la pelea de las familias, la persistencia de las entidades y el compromiso municipal de llevar a la práctica una necesidad que no siempre se percibe como urgente. “Creo que A Coruña hoy es un referente en ese ámbito”, valora Sara González, de la Fundación Enki, que se encargó de llevar a los despachos de María Pita una necesidad que, hasta entonces, solo las familias con niños y niñas con discapacidad habían detectado: en A Coruña, no todos podían jugar. La mayoría de los recintos infantiles estaban libres de barreras arquitectónicas, pero al llegar al la zona de juegos, la cosa cambiaba. Ni las sillas de ruedas u otros elementos de apoyo, ni la discapacidad sensorial o cognitiva, tenían espacio en un sistema de juego diseñado para una infancia sin dificultades.

“La situación ha mejorado mucho. Se han hecho esas incorporaciones, se ha ido incluyendo columpios poco a poco. Todavía hay mucho por hacer, pero se ha ido equilibrando. Creemos que en el Concello hay sensibilidad. Sería interesante, además de ir añadiendo elementos inclusivos en los parques que ya existen, hacer uno nuevo con un planteamiento inclusivo desde el principio. Hay que seguir trabajando”, propone Sara González.

Los parques inclusivos no solo facilitan a niños como Mario su derecho al juego, sino que sirven también como poderosa herramienta de integración entre iguales en un ámbito, como es el ocio, que tantas veces propicia diferencias injustas. “Lo más importante es que no solo puede jugar, sino que los otros niños lo normalicen, que no vean a Mario como un distinto. Cuando no convives con una persona con discapacidad, a veces te quedas mirando, y los niños son curiosos por naturaleza. De esa manera lo integran, ven a un niño con silla de ruedas pero que participa con ellos en el columpio, a un igual”, relata José Luis. Si surgen preguntas, el ejemplo de Mario las resuelve. Y el resultado es siempre positivo. “Los niños son maravillosos, lo entienden enseguida. Ya no es Mario jugando solo, es un juego de varios. La integración también es eso, no solo llevar a los niños a ver la peli de Campeones”, ilustra el padre del pequeño.

La ciudad está hoy perlada de parques que disponen de estos elementos que favorecen el juego en común. Del balancín de Novo Mesoiro con uno de sus extremos adaptados para una silla, a uno de los favoritos de Mario, el carrusel de Méndez Núñez en el que hay espacio para él y ocho más, o el columpio de Os Rosales. En A Coruña no faltan opciones, pero, por desgracia, no es la norma. Hace pocos días, José Luis subió a su cuenta de X un vídeo que mostraba a Mario divirtiéndose en uno de estos columpios, que rápidamente se viralizó entre las familias con niños con discapacidad. La pregunta más recurrente era la más obvia: “¿Por qué en nuestras ciudades no podemos tener algo así?”, escribían los usuarios, acompañados de menciones a sus respectivos ayuntamientos.

No es la primera vez que la excepción coruñesa sorprende fuera. Este mismo año, la pequeña influencer Súper Lu, (@Superlu_6 en Instagram) una niña con lesión medular muy popular en redes sociales por su lucha por la accesibilidad de los espacios, ponía A Coruña de ejemplo para otras ciudades que quisiesen convertir sus recintos de juegos en un lugar en el que nadie sobra.

 

 

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